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Gabriela Olmedo

Abundancia, Aventura y Vida

Actualizado: 9 nov 2021



A inicios de septiembre del 2021, visité el bosque La Esperanza. Tuve la suerte de conocer los arduos esfuerzos para conservación de este bosque por parte de la comunidad y de la fundación Great Leaf. La fundación, en conjunto con pobladores, organizó un taller para elaboración artesanal de mermeladas de mandarina, con el fin de buscar actividades sustentables que eviten la extracción de recursos del bosque. Esto mata dos pájaros de un tiro, por un lado, permite aprovechar la abundancia del sector, principalmente de mandarinas, ya que, aunque parezca increíble, las mandarinas en este sitio son tan cuantiosas que parece como que en los árboles en lugar de crecer hojas crecieran mandarinas. Por otro lado, este tipo de actividades, pretenden generar recursos en la comunidad, sin la necesidad de deforestar o aplicar monocultivo, como se da en la producción del banano; actividad común de la zona aledaña al bosque.

En mi estadía, otro de los acontecimientos que me sorprendió, fue el conocer a un grupo de biólogos y fotógrafos, quienes ingresaron a instalar cámaras trampa en el dosel del bosque, con el fin de capturar la dinámica de las escurridizas especies que habitaban en la parte mas alta del bosque. Las cámaras se activan por el movimiento de los animales, captando fotos y videos en el día y en la noche, momento en que los bosques parecen ser de otro planeta.



Si bien en el bosque La Esperanza, en el día es extraordinario observar familias de monos aulladores pasear por los senderos del bosque, la acción está en la noche. La mayoría de anfibios, reptiles y mamíferos tienen actividad nocturna, por lo que, el bosque se torna una jungla salvaje y viva, por este motivo, estoy muy ansiosa por observar los resultados de esta investigación. Por otra parte, el mencionar que se instalan cámaras trampa en el dosel de los árboles, podría haberse leído de corrido, sin mucha atención, pero es de las actividades más osadas que he visto, por su grado de dificultad y riesgo. Los profesionales que acudieron a hacer esta investigación en el bosque, contaban con todos los juguetes. Artefactos de escalada de árboles como cuerdas, arneses, mosquetones, entre otros, que les permitían subir a los árboles de mas de 20 metros de altura con todas las protecciones necesarias, pero con la adrenalina a flor de piel.




Fue muy gratificante para mi conocer profesionales, colaboradores de la fundación Great Leaf, que al igual que nuestro cordial y sabio anfitrión de la comunidad, Anelio Loor, tenían una ferviente pasión por la vida y por seguir descubriendo los misterios del bosque, misión a la que intento sumarme, colectando grabaciones de diferentes especies de aves del bosque para culminar mi investigación.



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